DANDYS Y CÍNICOS

¡Adiós al semanario polémico de México!

Lo único cierto es que estamos siendo testigos del final de una época, de una publicación que ha sido fundamental en los últimos 50 años en la vida pública de México, semana a semana, que no es poca cosa, pero dice el clásico: renovarse o morir. ¿O hay otra opción? ¿Quedarse en el proceso entre una y otra?

Por José Antonio Monterrosas Figueiras

Sí, confieso que yo maté al semanario Proceso o al menos creo que contribuí a ello y no me da orgullo decirlo. Sabíamos que esto podía suceder pero nos valió madre. Se nos avisó con tiempo y continuamos leyéndola sin pagar los 60 pesos semanales que cuesta un ejemplar. Preferimos gastar el dinero en otra cosa, que en comprar esa publicación semanal de análisis político que nos ha acompañado durante casi cincuenta años. Podíamos leer la versión de papel en digital “gratis”, si alguien nos la compartía por Whats App. Así de fácil. Yo sucumbí a ello más de un ocasión, pero fue como aquel meme que dice: “Necesito Proceso, descárgalo de manera ilegal. No, no soy un criminal. Pero el verdadero crimen sería quedarme en la ignorancia.” Y así fue, no quería quedarme con la duda.

Suelo estar enterado de lo que publica Proceso y durante décadas la he leído, a veces con mucho interés otras no tanto, era como el TVyNovelas, sabíamos que cada semana ahí estaría. El recuerdo de mi padre leyéndola en la cama o en el baño, son de las primeras imágenes que tengo en mi memoria grabada de ella, luego fue indispensable durante mi época de estudiante en la carrera de comunicación y ya después, en mi desarrollo como periodista. Al final conocer algunos de sus reporteros en persona y saludarlos en eventos culturales o coberturas, ya como colegas.

Recién platicando con una reportera de Proceso, salió el tema de lo difícil que es hacer periodismo en México en estos tiempos y de que la revista pasaría de ser semanal a mensual en breve. “¡Wow!”, pensé, “¿El semanario Proceso ahora mensual?” “Ya no hay respeto por el trabajo de los periodistas”, le expresé a ella, “pues la Mañanera del presidente Andrés Manuel López Obrador se ha convertido en el espacio donde a diario se descalifica y devalúa al periodismo, Proceso uno de sus favoritos para eso”, agregué a la conversación. Ella estuvo de acuerdo conmigo y seguimos comentando más al respecto.

Desde muy joven, yo solía comprar esta revista. Ir al puesto de periódicos o al Sanborns era un ritual semanal. En algún momento pagué una suscripción, pero luego fue difícil tener un espacio donde guardarlas. Pasó el tiempo y la vida se volvió un desorden, un ir y venir. ¡Adiós a la suscripción! Al final vino Internet y ya sabemos qué fue lo que pasó.

Por otro lado, adquirir un ejemplar fuera de la Ciudad de México era complicado. En Cuernavaca, y particularmente en Jiutepec, por ejemplo, donde viví tres años, encontrar la revista en puestos de periódicos era un milagro. En las tiendas de los tres búhos, que estaba a media hora, tardaba en llegar -yo y la revista-. Ir a buscar la Proceso era más un pretexto para salir a caminar dos o tres kilómetros, pues lo más cercano, o lo único, era el restaurante Vips, a ver si les había llegado. Después vino la pandemia y esta costumbre se acabó. Si volví a buscar Proceso fue en ocasiones muy especiales, como informes de gobierno o coyunturas muy específicas como la del Culiacanazo o la muerte de Echeverría.

En los últimos años, además, me ha interesado invertirle a otras revistas como la de la UNAM, algunas veces Letras Libres o Nexos. Gastar más dinero en ello implicada dejar de ir a beber una cerveza o echarme una torta o unos tacos al pastor, qué se yo. El mundo de “la revisteratura” (diría Heriberto Yépez), me gusta, incluso mucho más que el de los libros. La revista de El País o la Rockdelux, las compraba cuando llegaban a México, hace un lustro o más, ya luego, al menos Rockdelux anunció que dejaría de imprimirse, después de 35 años de salir mes a mes.

Proceso tiene 46 años de publicarse semanalmente, prácticamente los años que yo tengo de vida, y este fin de semana anunciaron, finalmente, lo que yo ya sabía, que se iría a mensual en julio. No es la primera vez que la revista fundada por Julio Scherer García pasa por una crisis en cuanto a su publicación, de hecho nació así, por el golpe al periódico Excélsior de donde un grupo de periodistas al cerrarles esa puerta decidieron hacer Proceso. Nunca habían llegado a un momento así, y tal vez se tardaron en dejar de ser semanal.

Recién platicando con una reportera de Proceso, salió el tema de lo difícil que es hacer periodismo en México en estos tiempos y de que la revista pasaría de ser semanal a mensual en breve. “¡Wow!”, pensé, “¿El semanario Proceso ahora mensual?” “Ya no hay respeto por el trabajo de los periodistas”, le expresé a ella, “pues la Mañanera del presidente Andrés Manuel López Obrador se ha convertido en el espacio donde a diario se descalifica y devalúa al periodismo, Proceso uno de sus favoritos para eso”, agregué a la conversación. Ella estuvo de acuerdo conmigo y seguimos comentando más al respecto.

En La biografía secreta de un semanario polémico (2018), de Moisés Castillo, -libro que, por cierto, cuenta Moisés en su introducción nació como una tesis que coordinó el ya fallecido crítico de cine, “gran crítico de cine”, Gustavo García, quien les recomendaba a los alumnos que escogieran un tema que valiera la pena y “huir y desechar trabajos que nadie quiere leer y que a nadie le interesan como ‘un análisis semiótico de la película Solaris de Tarkovski’ (ja ja ja)”- se lee lo siguiente: “En 1999 apareció Milenio Semanal y al siguiente año Milenio Diario del grupo Multimedios, que publica diarios en Monterrey, Guadalajara, Torreón y Tampico. La suma de más medios impresos, de noticiarios en radio y televisión inundaron al lector de opciones. Este cambio se da en gran medida por la caída del PRI, se diluyeron los controles del viejo régimen”, (páginas 405 y 406).

No me da alegría saber que una publicación con este peso histórico para el periodismo en México y el mundo, cambie su periodicidad de semanal a mensual. Me parece que el lector asiduo a ella, tal vez también ha dejado de comprarla, no sólo por la piratería, sino porque ha crecido la oferta informativa por Internet y porque no hay bolsillo que alcance para pagar suscripciones a periódicos en versión digital, suscripciones a plataformas audiovisuales para ver series y películas, suscripciones a publicaciones semanales, suscripciones a revistas mensuales, de México y el mundo. Suscripciones y más suscripciones.

Por cierto, veo con sorpresa, que algunos colegas les da gusto saber que esté agonizando esta revista, que se lo merecen por tener reporteros y colaboradores que son “conservadores” o “periodistas chayoteros”, que están en contra de la Cuarta Transformación de nuestro noble Presidente, porque además la hija de Julio Scherer, María Scherer, está casada con un panista, hermano de Margarita Zavala, esposa del expresidente Felipe Calderón, y que a Proceso nomás le falta que Carlos Loret de Mola escriba ahí.

Es cierto que esta revista ha tenido cambios que fueron en contra de sus principios,  como su relación con Televisa cuando Julio Scherer, a inicios de siglo, entrevistó al Sub Comandante Marcos, en tiempos de Vicente Fox, por ejemplo, y esta conversación se transmitió en esa televisora que representaba todo por lo que Proceso luchó por contrastar. Asunto que produjo renuncias en la revista. También es cierto que los seguidores de AMLO, y el mismo presidente, no son capaces de aceptar una sola crítica, pero su gobierno es tan criticable como cualquier otro, incluso diría que más porque Andrés Manuel López Obrador siempre se sintió moralmente por encima de los demás políticos. Proceso ha hecho la crítica a este sexenio, como lo ha hecho en los sexenios anteriores con presidentes priistas y panistas. Fue fundamental para la caída de 70 años del PRI, no debemos olvidar eso.

Procuraré comprar la revista Proceso mensualmente, para apoyar que continúe este proyecto y darle seguimiento a su nueva etapa, pero pronostico que terminará renunciando al papel y se irá totalmente digital, porque ésta además sube contenidos diarios a su página. Le apuestan a que ahora el periodismo de investigación, en su edición de papel, sea con mucho más profundidad y rigor, pero, por un lado, creo que esto no será suficiente para que la gente vaya a buscarla al puesto de periódicos o a los cada vez más desolados Sanborns, las nuevas generaciones de lectores además, ya no les interesa leer en papel; por otro lado, serán los mismos reporteros que nutren su página diaria, los que realicen la labor del periodismo de investigación en la versión física. ¡Es demasiado trabajo, más en estos tiempos de la inmediatez informativa!

La revista Proceso se reinventa, así lo advierten ellos mismos. ¿Cuánto tiempo podrán soportar salir en papel mensualmente, con además una campaña permanente en su contra desde Palacio Nacional, protagonizada por el presidente más querido de México? No creo que por mucho tiempo. El momento, sin embargo, es interesante y es un gran desafío para una revista que se ha definido como crítica e independiente al poder, ¿así será o caerá, finalmente, rendida a los pies del Líder Supremo? Lo único cierto es que estamos siendo testigos del final de una época, de una publicación que ha sido fundamental en los últimos 50 años en la vida pública de México, semana a semana, que no es poca cosa, pero dice el clásico: renovarse o morir. ¿O hay otra opción? ¿Quedarse en el proceso entre una y otra?

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